Hijos de la Tierra
Valle de los caballos
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Jondalar se mantenía agazapado mientras observaba la manada a través de una cortina de hierbas altas, de un verde dorado, dobladas por el peso de las espigas aún verdes.
El cálido sol brillaba sobre su espalda sudorosa y bronceada, y unas gotas de transpiración resbalaban por sus mejillas y oscurecían el cabello descolorido por el sol que se le pegaba a la frente.